
Me veo de niña, en alguna casa que no era la mía; observando la enorme cantidad de imanes de heladera, representativos de los diferentes destinos a los que había viajado esa familia. Y una parte de mi, en ese instante enorme, sin darme demasiada cuenta, sin saber bien cómo crear eso para mi, eligió eso para mi vida. Viajar y hacer de cada viaje un recuerdo encerrado en un imán. Esa niña sin saberlo eligió que hoy esté parada frente a la heladera, recorriendo con la mente diferentes lugares visitados, o recuerdos obsequiados por otros viajantes.
Sin duda una de las cosas más hermosas de esta existencia, en esta época en particular, es la facilidad para viajar, para mover el cuerpo con facilidad hacia otras coordenadas del planeta. Para conocer otras realidades ampliado el campo perceptivo y receptivo de nuestro Ser.
Sin dudas el movimiento nos permite desarrollar nuevas conexiones neuronales, y no es necesario subir a un avión para ello, una caminata por un lugar diferente, un paseo para mirar con ojos de turista los paisajes que vemos siempre ya pueden hacer la diferencia y sacudirnos de la rutina. También valen el imán de mi ciudad y el de ese balneario que está cerquita, pedacitos de recuerdos de momentos que disfrtuamos la vida.
Desrutinizar, hacer cosas diferentes, ir por otro camino, hacerlo como nunca antes lo hubieras hecho; pero tambien disfrutar las mismas rutas, los mismos sitios, los sabores conocidos, los abrazos esperados. Porque todos tenemos varias partes y somos el puzzle perfecto para nuestra existencia, el único problema a veces es que elegimos centrarnos en todo lo que no está del todo bien, en eso que nos falta, en vez de elegir poner el foco en lo que sí ya está, en lo que sí hay ahora. Y eso nos ayuda a concretar sueños, nos mete en la energía del «sí puedo», y esa energía es magia.
Identificar la enegía del AHORA MISMO SÍ PUEDO, es el principio de la magia.
Identificar nuestros sueños, es el primer paso para concretarlos.
Moverse para alcanzarlos es el segundo.
Y si algo está fallando, solicitar acompañamiento para que ambas sucedan sería el tercero.
Elegir quien nos ayude, nos indique el «por dónde». Alguien que nos permita ver las cosas con más claridad, que no esté con la visión limitada del punto de vista «desde nuestros zapatos».
Alguien que nos diga que la culpa es un mecanismo de control, que se usa desde el principio de los tiempos, y que lo único que debería darnos culpa es posponer eso que sentimos que nos hace bien, relegar eso que nos encanta pero creemos que no es el momento o aquello que sin disfrutarlo creemos que tenemos que hacer, porque es lo que nos toca, que es así y no hay de otra.

Ahora mismo ya puedo mirar mi heladera y ver cuántos imanes que reperesentan mis propios recuerdos elegí en mi vida y los que son un regalo de alguien que fue tras sus sueños y se acordó de mí.
Construí esa heladera hace muchos años en mi mente, y no cedí a la idea de que cada vez tuviera menos espacios vacíos, que cada viaje fuera un tesoro interno y cada imán con sus recuerdos sonriera con calma y susurrara en idioma imán: «Gracias por elegirme».
¿Qué otras cosas vamos a elegir para crear nuestra realidad?


Seamos conscientes de todo lo que SÍ existe en nuestro universo ahora mismo, de todo lo que SÍ hemos conseguido cambiar en nuestra realidad y de todas las posibilidades que si no han aparecido aún, SON factibles de ingresar a nuestra vida.






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