
(Con mi grupo de gente hermosa con el que canto, en una reunión informal de camaradería).
Cantábamos a todo pulmón:
«El tiempo traeraaaaaaa alguna mujeeeeeeeeer,
una casa pobreeeeee, años de aprendeeeeeeeeer…
como compartiiii iiir, un tiempo de paaaaaaa aaaaz
nuestro hijo traerá tooodo lo demás,
él tendrá nuevas respuestas para daaaaaa arrrr aaaaa aaa a aa a aaaaaaaaa a aaa aaaaaaaa…»
Sui Generis, salía por nuestras bocas, a todo pulmón.
Y años después de gritarlo con el todo el alma, de creerlo en algún plano, nos reímos y pensamos qué fuertes que fuimos de soportar todos esos dramones que nos hacían sufrir o desear futuros limitados, nos damos cuenta cuánto el entorno nos estructuró lo esperable.
Nos mostró la normalidad de la escasez y la gratitud por la escasez digna. Nos contó que si había amor nos iba a tocar humildad, pero era mejor a la abundancia en soledad.
En ningún momento se nos dijo que otra realidad era posible.
Que podíamos aspirar a tenerlo todo. Sin miedos, sin culpas, sin juicios.
Que era posible una realidad donde el dinero no fuera un límite, sino una contribución. Donde una vida plena de amor pudiera acompañarse con la facilidad del dinero, para crear juntos experiencias formidables.
Una realidad donde el dinero no se convirtiera en un problema y fuera la energía de la solución.
Una herramienta para sostener todas las elecciones de vida:
Cotidianas y esporádicas: Las que cada quien elija, pasear en helicóptero, bucear, comer algo rico, comprar esa campera que enciende el cuerpo, pasear con amigas, abrazar una mascota, moverse o permanecer en ese sitio…
Y la mente grita nuevamente: “no todo es acerca del dinero, el dinero no es tan importante”… Y justifica las elecciones y se enoja. Se pone alerta.
Y no elige libremente,
porque se cree que no puede,
que no sabe,
que no es para ella,
que no es su tiempo,
que no tiene la salud para,
que no tiene plata/tiempo/la situación deseada/el cuerpo adecuado…
y se sigue justificando.
Cambiar la realidad y ejercitar el ELEGIR.
Elegir libremente unas galletitas en el supermercado sin tener que mirar la diferencia de precio con el paquete de al lado.
Ese que es menos tú, pero cuesta menos…
Y salta la mente y se justifica otra vez “no, yo en eso si que no ahorro”…
Pero… en cuántos lugares Sí aceptamos no elegir
Uno de los primeros ejercicios cuando planificamos crear una nueva realidad es “La elección consciente”.
A elegir también se enseña y a elegir también se aprende.
Ejercitar el músculo energético de la elección, empezar a elegir más, todo el tiempo.
Encontremos elecciones divertidas para aprender a hacerle caso a lo que elige el cuerpo, sin meter en el medio el tema de posibilidades, o “precios” de esta realidad.
Tenemos la posibilidad de “darnos el lujo” de elegir, aunque sea en una góndola de supermercado, ese paquete de galletitas que nos hace una caída de ojos.
Empezar por ahí.
Por lo simple.
Y de a poco (o de a mucho), transformarnos en el espacio donde la vida entera pueda ser elegida.
Con amor
Isela

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