Parte 1 LA ENVIDIA
Nos hicieron creer que la envidia era un sentimiento malo; ataron ese deseo de tener algo que tiene el otro, con la mezquinidad de que ese otro lo pierda. Ataron las ganas de tenerlo a quitárselo al otro, a robar a desear que el otro lo deje de tener y se lo quede quién desea.
Vamos a quedarnos con la energá de la envidia que elige, y que se mueve para alcanzar eso que anhelamos. La que agradece la existencia de «eso» en este mundo, agradece que alguien ya lo tenga; porque significa que es posible de tener; e integra la idea de que si nadie aún lo lo tiene, tenemos la capacidad de crearlo en nuestra realidad, haciendo para ello los movimientos necesarios.
(Sentarnos a desear solamente, convierte el deseo en un cuento de hadas; desear y moverse para alcanzarlo es movimiento energético y construcción de nuevas realidades).
Hoy en mi cocina me invadió el recuerdo de una niña parada frente a una heladera (un refrigerador) enorme, lleno de imanes de muchas partes del mundo. En la casa de alguna amiga de mi abuela.
Amé esa energía, aunque en esa época no tenía claridad sobre qué era esa forma de vibrar o cómo materializarla para mi.
Hoy me vi frente a mi heladera, atestada de imanes de varias partes del mundo, recorriendo los viajes propios con los recuerdos; los ajenos con la emoción y el mimo imantado de quien eligió compartir su experiencia. Hoy le sonreí a aquella niña y le envié este mensaje: «Sí, se puede, vos seguí soñando y no dejes de hacerlo hasta abrazar esos sueños. Siempre se puede, todo se puede.»
Y lo pienso para mi, pero no se lo digo: » Y vas a pasar por momentos difíciles y poco divertidos, y vas a sobreponerte porque sos una genia gurisa, lo sé porque te estoy visitando desde el futuro, si me percibieras, pensarías que estás inventándote cosas, te asustarías de mis palabras; pero no dejes de confiar en vos, SÍ sos brillante, SÍ sos capaz, no te dudes! Nunca te dudes! «.
Y no es arrogancia reconocer que hemos salido de unas cuantas y como yapa nos quedamos con alguna enseñanaza. Nos pasa a todos.
Parte de materializar es aprender a utilizar la potencia creadora de la energía. La potencia que dejamos de usar porque alguien le puso un nombre feo y nos dijo que estaba mal desear o querer lo que tiene el otro.
La manipulación, la envidia, la avaricia, y muchas más.
Palabras bastardizadas que recomprendidas, o tomadas desde otro lugar, con otras intenciones, se convierten en creadoras.
En propulsoras de la creación de nuestra vida.
La envidia es una de las precursoras del deseo y el deseo es el precursor de la elección.
Yo de 6 años, frente a esa heladera llena de destinos, de imanes que evidenciaban viajes, movimientos por este mundo. En ese instante lo desee, lo envidié (pero no desde la energía de quitarselo a ese otro), desde la energía de «eso existe, a mi también me gustaría, ¿qué tengo que hacer para tenerlo en mi vida?»
Elegí sin saberlo un futuro. «Yo quiero eso para mí, yo quiero eso en mi vida», en ese momento no sabía que estaba eligiendo desde la parte creadora de la envidia, porque no desee quitarle sus imanes, ni copiarle los destinos, ni quitarle a nadie ninguna experiencia.
Elegí esa energía en mi realidad, creada a medida, para y por mí, con mis afectos, sin tiempo definido, pero sin rendirme de ese objetivo.
Una envidia hermosa que inspira, no la envidia como se entiende en general, esa envidia que destruye, que se ofende por los logros del otro y pretende quitárselos, esa concepción generalizada de la palabra.
La envidia sirve para saber qué me gusta, para elegir qué quiero, para identificar que me gustaría integrar algo en mi vida, para invitar esa energía a jugar conmigo. Sin necesidad ni deseo de que el etro lo pierda, de quitárselo o de extinguirlo en su vida. Replicando esa energía que seguramente no se vera igual para mi realidad; se verá con otras situaciones, con otras experiencias y diferentes creaciones.
La energía de la envidia no destruye, crea, suma, multiplica eso que nos encanta y que alguien más nos mostró que era posible de tener.
Cómo molesta la palabra, cuántos juicios tenemos prendidos a frenarnos cualquier deseo, para demostrar que «eso» que tiene el otro no lo queremos nosotros, que estamos muy bien en donde estamos, y que en el fondo, no creemos que esa felicidad que algunos muestran sea real.
Vamos a permitirnos desear «eso» que tiene el otro. Adaptado a nuestra realidad, para descubrir cómo esa energía se vería en nuestra vida y aumentaría nuestra felicidad.
Hoy me vi recorriendo diferentes lugares y recuerdos, sonriendo por el imán de Helsinki que me regaló una amiga y sus maravillosas historias de que existen formas diferentes de hacer las cosas.
Una de las formas de materializar es elegir algo que nos encante y buscar las formas de tenerlo en nuestra vida, que seguramente no se verá igual al del vecino, porque no somos ese vecino y los gustos son diferentes, pero podemos modelar la energía (el modelado es una técnica de la PNL, que en mi opinión es una de las formas más fáciles de aprendizaje de esta realidad). Modelemos la energía de eso que nos encanta en el otro y disfrutemos de eso que elegimos integrar a nuestra vida.
Una de mis elecciones fue integrar diferentes destinos geográficos hace muchos años.
Y hoy, lo sigo eligiendo.


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